En la actualidad todos conocemos el café ya que es un producto básico en la canasta básica de las familias, así como en un producto que no puede faltar en las oficinas. Su popularidad se debe básicamente a su efecto vigorizante y tonificante, ya que la cafeína actúa como estimulante y diurético sobre el sistema nervioso central, el corazón, las venas, las arterias y los riñones.
Esta sustancia, la principal componente del café, influye sobre este sistema a través del aumento de la capacidad mental y la percepción, favorece la concentración y mejora el tiempo de respuesta y la memoria a corto plazo. Incluso, se estima que las personas que toman más café en una empresa son los que registran mayores niveles de productividad, pues encuentran en su consumo un hábito que les da un repunte de energía, en especial cuando los horarios de oficina son muy largos.
En pequeñas dosis, la cafeína también mejora el rendimiento mental y el estado de alerta, pero no afecta a todos del mismo modo. La respuesta que tengas ante la cafeína puede ser muy diferente a la de otras personas. Los factores que afectan dependen de la dosis a consumir, del peso, de la edad e incluso la calidad de sueño. Sin embargo, la tolerancia a la cafeína puede aumentar con el tiempo, por lo que una taza de café puede no ser suficiente para dar el mismo impulso que antes. Algunas personas no sienten nada hasta la segunda taza.
En periodos cortos el café puede aumentar las funciones cognitivas, la memoria, el estado de alerta e incrementar la energía, puede fortalecer la determinación y el autocontrol, sobre todo cuando se está agotado. Pero, sin duda, el consumo moderado puede traer más beneficios que desventajas.
